Querer sin Creer


Querer sin Creer

El mundo sigue su ruidoso paso que no hace mella en las almas que buscan un poco de paz sin evitar el tormentoso grito interno… y la suerte de quienes desean creer sin darse cuenta que se puede querer sin creer. Puesto que creer no es algo fácil cuando se llega a un momento en la vida aún cuando, lleva años destruir la ingenua credibilidad con la que uno abre por primera vez sus ojos al mundo y se encuentra con las fuertes risotadas del sol que nos hacen tapar la cara con las manos y los gritos ajenos y a veces, por no decir siempre, ficticios que nos obligan a taparnos los oídos.
Y mientras Richard Coleman canta una de sus tantas poesías, me vuelvo un pequeño punto inexacto que se pelea con la dura pared que no la deja entrar para convertirse en un cuadro que sólo se dedique a contemplar la vida que viene y va. ¡Injusta y cruel paradoja del destino que no permite que uno pueda volverse en realidad lo que otros sienten sobre su persona!
Creer es algo que ya no está en mi pequeño mundo de ideas vanas y, querer puede permanecer por siempre en este corazón, querer así, sin esperar nada ni siquiera, una palabra de aliento, pero creer… eso ya quedó en el pasado como la calesita el día que nos dimos cuenta que ya estábamos grandes y perdimos la magia de dar vueltas y vueltas en mundos imaginarios que no cesaban de aparecer entre los caballos, carretas y demás figuras que nos alentaban a estirar nuestras manos en busca de esa esquiva sortija y luego la sonrisa tierna y complaciente del calesitero cuando movía la sortija con tanta lentitud que nos permitía alzarnos con el tan ansiado trofeo.
RIP por ese ángel que hacía girar el carrusel y que en paz descanse, su tierna y encantadora figura que nos hacía creer que en algún momento los sueños se alcanzan y mientras atesoro la sortija en mi corazón me doy cuenta que ya no creo en la gente y que, a pesar de todo, aún me animo a quererla sin dejar de esperar alguna estocada que me tire fuera de mi mundo de sueños y ese imaginario lugar donde antes me escondía en busca de protección ante una niñez de violencia y lágrimas contenidas y hoy, ese mundo imaginario, se ha vuelto mi peor enemigo. Tal vez, el final comenzó el día que no pude dar más vueltas en la calesita porque ya me dijeron que estaba grande para girar…
Aceptar una realidad en la que no aprendimos a crecer y que nos fue esquiva en tantos momentos. Fotos cual caleidoscopio que se desvanecían en segundos y nos dejaban con esa imagen única e irrepetible. ¿De esto  se trata la vida? ¿De eso se trata lo que tratan de mostrarme? No es lo que esperé o en lo que puse tanta fe. La pregunta ahora vuelve y se hace más y más profunda: ¿Dónde quedó esa fe? ¿Qué es eso que pueda hacerme sentir que algo vale la pena? ¿Y el ángel de la guarda? De ese poco y nada supe por más que lo llamara en silencio y al que quería sin creer en él.
Tantas cosas en las que no creo y que tantos hablan; los OVNIS, extraterrestres, seres de las estrellas y angelicales rostros con voces insoportablemente suaves y fingidas. Caminar por los senderos de una vida con idas y vueltas cual calesita cruel, muy lejana de la que tanto amaba en mi niñez, vueltas y vueltas y siempre quedar en el mismo lugar ahora con algún que otro mareo más profundo de lo soportable.
Querer sin creer, se ha vuelto el leit motiv de mi vida. Buscar sin esperar encontrar nada a cambio, saber que el calesitero hoy ya no está y nada va a volver lenta la vida para que pueda tomarla por una vez y alzarme con el trofeo de la sonrisa, por más momentánea que esta sea, pero una sonrisa al fin. Lágrimas que no caen, ojos que tratan de mentir una sonrisa, alientos desesperados a los terceros esperando en vano vuelvan a uno. “Lo que das vuelve” ha dicho alguien en mis ensoñaciones con la tele prendida pero, ¿cuánto hay de cierto en esas afirmaciones?.
La vida, es simple para muchos, pero esa simpleza se vuelve sumamente cruel para otros entre, los que humildemente, me cuento. No quiero la simpleza de las cosas que no me devuelven una sensación de paz, no quiero saber que la estocada final viene de la mano a la que intentaste dar amor. No deseo ver el odio en los ojos de quien tanto amé, no espero amar a quien me pide que crea en él, tan sólo, guardar silencio y dejar que las atolondradas palabras se derrochen en papeles que no van a ser leídos por nadie. Ni siquiera, por los que uno con tanto cariño invita a conocer su alma. Mucho menos por aquellos que dicen conocerte…
Querer es algo humano, creer sólo debe ser el artilugio de algunos sabios pero, me cuento entre los simples moradores del mundo que gira estrepitosamente y no deja que nos subamos a él. Y lo oscuro oscurece y lo claro nunca amanece. Y la banda de sonido de la vida que pasa sin dejar huella vuelve a ser la de “Zapatos Rotos”, la misma que cantaba de memoria y con los ojos cerrados cuando viajaba entre caballos y carretas encantadas, creyéndome la princesa de un cuento encantado.
Hoy tan solo puedo decir: Te quiero pero no creo en vos… Porque se puede o ¿se debe? querer sin creer.

2 Response to "Querer sin Creer"

  1. MTeresa says:
    30 de marzo de 2012, 10:38

    Me has dejado una gran admiración
    por tus reflexiones,
    magníficas,
    profundas,
    para realizar introspección
    en cada uno.
    Feliz fin de semana

  2. Leo Escribo luego Existo says:
    28 de abril de 2012, 16:50

    Muchas Gracias! Sus palabran le dan fuerza a mi inspiración. Abrazos

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