“Aldrig varit i Stockholm”


“Aldrig varit i Stockholm”
Un piano que suena, la lluvia que cae, una noche con reflejos azules, las borrosas luces de la calle y yo camino emulando el efecto de la cámara lenta y el mundo sigue su camino y todos van a una velocidad luz mientras mi caminata pide permiso para volverse más lenta y “Nunca estuve en Estocolmo”. Triste pensamiento cuando tantos años le dediqué al idioma, tantas cosas y un sacrificio metódico y planificado en pos de un sueño que como otros llegó a su epitafio antes del amanecer.
Cada nueva aventura, cada nuevo ideal, todo como una excusa inexplicable e insulsa y llenar una página de adjetivos cuando ya nadie quiere calificar y los calificativos ajenos en mí significan otra cosa y solo tengo para decir “Nunca estuve en Estocolmo”, como triste final en una vida signada por la paradoja permanente, cruel y poco sutil de ser yo inmersa en un mundo que era un “no para mí”.
Alguien conoce el significado de la vida pero no me lo ha querido contar y el amarretismo intelectual se vuelve a cada momento más popular entre las clases dominantes que creen que ver a Woody Allen los vuelve intelectuales y escatiman las buenas películas de Bergman y nuevamente suspiro en el final de una tarde perdida en el colectivo en su camino hacia el barrio que queda lejos de todo “Nunca estuve en Estocolmo” y nadie sentirá pena por mí y otros preguntarán: -¿Y entonces para qué?
No tengo intereses porque no soy interesada ni usaría jamás a alguien para lograr algo, mucho menos si se que puedo groseramente jugar con sus sentimientos y sacar partido de algo que necesite. Tampoco y por suerte podría usar mis “no-encantos” ya que creo con una fuerte convicción casi religiosa e irracional que el otro tiene sentimientos y con un simple empujón maligno podría destruir su alma y así tal vez tendría sentido decir “Nunca estuve en Estocolmo”.
Y será que cuando pude tomar la decisión final, tu partida de la nada, los dolores que se juntaron en mi ser, la tristeza, la soledad, la incomprensión me sumieron en el encierro más grande de la historia y luego la vida sigue avanzando con golpes cada vez más mortales pero que al contrario de lo que hubiera deseado me aferraron aún más a mi extrañamente larga mortalidad y solo puedo decirte que “Nunca estuve en Estocolmo” y no encuentro razón para sentirme orgullosa de nada que haya hecho en mi vida.
Y dónde estarás o qué será de tú vida y la película proyectada desde mi imaginación infinita de un encuentro casual y tu mirada frente a la mía y la ilusión de no sentir ya nada y darme cuenta que era la lejanía y esa partida sin argumentos que hicieron te viera mucho más grande de lo que realmente eras y a pesar de que me hayas dicho que el sueco no era un estudio serio te diría sonriendo y luego de una breve charla forzada: - ¿Sabés qué? Nunca estuve en Estocolmo.
Pero los pensamientos me llevan mucho más lejos y me doy cuenta que mientras ese encuentro no se realice, jamás sabré si eras esa persona que tanto esperé y que luego de una última mirada nunca dejé de pensar, la misma que vuelve cada vez que me doy cuenta que volví a equivocarme y en mis noches de desgarrados sentimientos en la oscuridad y con las canciones más tristes de fondo me hacen ver que ya nada tiene sentido alguno y tan solo puedo decir “Nunca estuve en Estocolmo”.
Comienzo una lenta caminata en la que no hay lluvia, ni piano, ni siquiera un saxo, tan solo el sonido de los autos y colectivos y algún que otro vecino y al fondo el sonido de la campana que anuncia el tren que se acerca y en mis manos la carta, la tan conocida carta que vi en tantas fotos y en ella tan solo las palabras:
Señor Juez:
¿Qué otro final se puede esperar de mí si ahora más que nunca puedo asegurar que nunca estuve ni estaré en Estocolmo?

1 Response to "“Aldrig varit i Stockholm”"

  1. misticaluz says:
    28 de noviembre de 2011, 3:43

    Gracias por compartir!!

    Recibe un relajante y cálido abrazo!

    Beatriz

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