¿Quién lo hubiera dicho?

¿Quién lo hubiera dicho?

Que la historia es cíclica, lo escuché varias veces de hecho, en la facultad, en cada materia el Profesor de turno, adquiriendo una pose de poseedor de una gran verdad por nadie antes descubierta repetía una y otra vez: “La historia es cíclica” y anotábamos fingiendo que estábamos ante el gran descubrimiento filosófico del momento.

Pero si hay algo, que ya no es una nueva invención de la sabiduría universal, es que la historia de cada uno o, al menos la mía, es un devenir de repeticiones permanentes, siempre caer en la misma trampa, siempre descubrir el mismo error incluso, antes de que todo comience ya puedo adivinar el mismo final: Mi ser clavado en el chacra de la angustia queriendo escapar y la pregunta del ¿Por qué otra vez?

Sé que no es la primera pero, debo confesar que con toda mi alma deseo que sí sea la última vez que esto pasa. Así reviso cada uno de los pasos que doy, trato de calcularlos aunque en mi ser interno el cálculo y la meticulosidad de los movimientos no ha sido desarrollada ni siquiera, en su más mínimo detalle.

Aquí me encuentro hoy, en el escape de algo que nunca fue con la esperanza de estar cometiendo un error, de que mi cabeza esté errada y un milagro – cosa en la que me ha costado siempre creer – ocurra. El deseo de que algo del más allá, algo que no tiene explicación lógica me levante de las manos y me muestre que esta vez no estaba equivocada. Que el destino funciona así y que la casualidad no es más que la expresión de lo que mis deseos estaban llamando en secreto, tan silenciosamente que ni yo podía escucharlos.

Quise escapar, esta última vez, quise escapar tantas veces y no pude, me enredé en la espera que desespera, intento manifestar en mí la paciencia y aún un hilo de esperanza que me muestre que aún hay una luz de vida que me va a decir:
-          ¿Viste? Esta vez sí que todo es diferente

Cómo deseo esa vuelta de tuerca que me haga sentir que no soy dueña de ninguna verdad y que la vida en el momento menos esperado me sorprende con un final o comienzo diferente, con una experiencia desconocida por mí.

No hay mayor sueño que ver que nadie pueda decirme un “Te lo dije” o “Disculpá que no pude escucharte, pero estaba con tantos problemas”. Aunque sea, guardar en secreto ese instante de alegría suprema y que solo esté en mí y en mi corazón. No importa lo que otros digan, hagan o piensen, seguiría gustosamente interpretando el papel de la gran perdedora mientras por dentro se que todo ha cambiado y esta vez para siempre.

No se si esto es un pensamiento o una plegaria expresada al universo o a quien, con buenas intenciones, quiera darme ese nuevo despertar. La equivocación, eso es lo que busco, estar equivocada frente a lo que creo que va a pasar y que todo cambie de color de una vez y para siempre, o al menos por un tiempo en el que pueda recuperar o sentir por primera vez ese brillo del triunfo que tanto esperé durante estos años.

¿Qué pasará esta vez? ¿Podré escapar? O el verdadero vínculo, extraño, sincero, diferente será el que se apodere de mi vida para siempre… No lo se, tan solo me resta esperar. Es un final esperanzador o tal vez una mentira para poder seguir adelante… En manos ajenas a mí se encuentra la respuesta.

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